lunes, 10 de agosto de 2009


SOLO LA VERDAD

Nuestra Galaxia tiene unos 13.700 millones de años. La vida en el planeta Tierra solamente 450 millones de años. Cada Glaciación se produce cada 120.000 años, sepultando todo vestigio de vida bajo ingentes toneladas de hielo, eliminando todo tipo de información para los seres vivos de la Glaciación siguiente. Vivimos en un ecosistema tan delicado que la vida depende de una orbita alrededor del sol de un grado más cercano para achicharrarnos o un grado más alejado para quedar totalmente congelados.
El ser humano y nuestra existencia son extremadamente frágiles. Vivimos en el filo de una navaja. La vida es una casualidad tan grande que para que surgiera hizo falta una molécula, un ADN, un ARN y una proteína, todos coincidiendo en un mismo momento. Con estos tres factores la vida se produce porque no puede evitarse, ya que ni tú ni yo hemos pedido vivir y sin embargo estamos vivos.
Estamos al servicio de nuestra genética y de nuestras células, sobre quienes no tenemos ninguna autoridad. Los genes buscan su propagación, por eso nos gusta tanto la sexualidad. 23 cromosomas de cada uno de nuestros progenitores, en total 46 cromosomas por toda herencia, con la información genética necesaria para seguir evolucionando, como los demás seres vivos, en transformación constante. Si procedemos de los homínidos, la primera rama industriosa el “hombre de Java” o homo Habilis, evolucionando hasta el “Homo Erectus” y de éste al Homo Sapiens, Dios no tiene nada que ver en todo esto y la vida es evolución constante de todas sus criaturas, o te modificas en el medio o pereces en él. Es la vanidad, el miedo y la ignorancia del ser humano los que le hacen inventar el cielo o el infierno, incluyendo la inmortalidad o la reencarnación. Son fantasías que creamos que nos ayudan a auto-engañarnos. Son los salvavidas del ser humano que nos mantienen psicológicamente para poder seguir luchando en un mundo tan hostil, pero nada de eso es cierto.
La verdad es que la vida se termina con cada uno de nosotros y los átomos que quedan permanecen aquí en nuestro espacio para participar en una renovación constante, pero nada más. Las religiones todas deberían abolirse generando un sentimiento de humanidad compartido donde el amor, el respeto, la tolerancia y la comprensión, desde el punto de vista de la voluntad creativa fuesen el sostén de la sociedad. Se evitaría la manipulación de las mentes desde una tierna infancia con los miedos al pecado, los castigos y demás torturas psicológicas que contribuyen grandemente a nuestros desarreglos mentales, creando miedo e inseguridad que son las carreteras asfaltadas de nuestros fracasos, aunque verdaderamente creo que si la existencia de Dios no se hubiera creado el ser humano acabaría por inventarlo, como en realidad ha hecho.
Ceneme-7-12-2004

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