jueves, 20 de agosto de 2009


EL ISLEÑO

Sabía que era un isleño
Las gaviotas eran su reloj matutino
El despertar con sus alas de su sueño
Perderse en su vuelo su destino

Era lo que había querido ser
Raro, sensible y culto a la vez
La luz, el mar, respirar y ver
Las gaviotas danzando otra vez

Cautivo, seguro en su aislamiento
Contemplando las estrellas al anochecer
Disfrutando de su soledad, contento

Mar y cielo en el horizonte fundirse ver
Sentir mansamente deslizarse el tiempo
Sin tensiones, sin ruidos, sin otro amanecer


Ceneme-12-04-09

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