sábado, 1 de agosto de 2009


EL HOMBRE TRANQUILO

El hombre de vida recta
Cuyo corazón se siente libre
De las maldades que le acechan
O de los pensamientos lúgubres

El hombre cuyos días silenciosos
En jubiloso contento son pasados
Cuyas esperanzas nunca pierde
Ni en las penas se siente fracasado

Ese hombre no necesita infiernos
Ni que paraíso divino lo proteja
Ese hombre no necesita cuevas
Para cobijarse cuando surja la tormenta

Deja pasar la vida contemplando
Con la mirada serena, sin temor
Los horrores siniestros del averno
Y de los cielos las miradas del amor

Así, despreciando todos los acontecimientos
Que la fortuna o desgracia va mandando
De la naturaleza su savia va bebiendo
Y de su sabiduría se va alimentando

Buenos pensamientos sus únicos amigos
Su fortuna una buena y gastada edad
La tierra su austera posada
Y tranquilo peregrinar

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