lunes, 21 de septiembre de 2009



LOS HIJOS Y LA EDUCACION

En la educación de nuestros hijos, debemos tratar de despertar desde la más tierna edad los valores del respeto, tolerancia, comprensión con el toque sensible del más tierno amor y afecto. Es importantísimo el lenguaje en todas las épocas de la vida, pero en la tierna infancia todavía más. La vulgaridad y lo soez marcan los horizontes mentales de estas criaturas salvajes que la sociedad y los padres van a terminar por domesticar. Lo hacemos igual que con los animales, si se portan bien los premiamos y si se portan mal los castigamos; así aprendemos a chantajear para evitar los miedos al castigo. Hay un lenguaje blanco, aquel que anima al triste, levanta al caído, despierta al dormido y hace de este mundo un paraíso. Hay un lenguaje, negro, obsceno, triste y pesimista que conduce al ser humano a las profundidades del infierno mental, crean inseguridad y temor, siendo las carreteras asfaltadas al fracaso. Contra este tipo de personas debemos estar siempre alerta. Debemos entender que las personas estamos mentalmente enfermas y que por lo tanto el veneno que soltamos no debe tomarse como algo personal.
Cuando alguien me llama tonto, suelo decirle que la palabra tonto, no encierra un tonto dentro de la palabra, todo depende que yo me lo crea. Cuando alguien habla mal de mí, suelo decir, “ la verdad es que siempre me pareciste una gran persona”. Cuando alguien dice que voy mal vestido, le digo “tienes razón, yo a ti siempre te veo muy elegante”. Quedan totalmente desarmados y el veneno que pensaban verter sobre ti se lo tienen que tragar.
Si una mentira se repite un número de veces termina por convertirse en verdad. Recuerdo está historia. “Era un maestro que ante el mucho ruido que hacían los niños en el recreo les dijo: “Por qué no vais a ver el monstruo verde de dos cabezas que apareció en el río” Los niños marcharon y dijeron eso en sus casa. Al cabo de un buen rato el maestro se asoma a la ventana y ve a los vecinos corriendo hacia el río. ¿Qué pasa? ¿Por qué corren? Preguntó a los vecinos. “Vamos al río a ver al monstruo verde de dos cabezas que apareció”. “Anda, dice para si el maestro, si eso es lo que dije yo”. “Pero por si acaso voy a bajar al río, cuando van tantos, es posible que sea verdad”.
Utilicemos el lenguaje positivo, animando, proporcionando seguridad, desde la profundidad de un corazón bondadoso. Nunca utilicemos la magia negra con nuestros hijos. Nadie quiere fracasar, nadie fracasa, ha escogido un camino equivocado. Solo debe darse cuenta a tiempo y rectificar.
Era una niña siempre alegre, muy ruidosa, siempre cantando, riendo y bailando. Un día la madre llegó a casa cansada y no pudiendo más, gritó a la niña y le dijo “¡María, deja ya de cantar y bailar, lo haces horriblemente!” La niña no volvió a cantar ni a estar alegre nunca más. Las afirmaciones negras, nefastas, negativas son como manchas de petróleo en el mar que pueden contaminar las playas de arenas blancas que son las mentes de nuestros hijos y deteriorarlas para siempre. Son enfermedades psicológicas muy difíciles de curar. Seamos cuidadosos con el lenguaje y no tomemos las enfermedades de la mente de los demás como algo personal.
Ceneme.- 18-11-2008

No hay comentarios:

Publicar un comentario