Muchas mañanas
gloriosas he presenciado
Adornar las montañas
con ojos soberanos
Besando con dorados
labios los verdes prados
Coloreando los
pálidos arroyos con celestial cuidado
No permitiendo a la
más baja nube llevar
Sombras de tormenta
en su cara celestial
En su blanca aureola
de pureza sin igual
Mundos desconocidos
en su rostro ocultar
Aún así, mi sol una
mañana temprano brilló
Con todo su alegre esplendor
sobre mi frente
Siendo para mí, su
brillo del todo diferente
Una nube local lo
había ocultado de mí
Los soles del mundo todos
pueden mancharse
Y con una nube del
cielo su rostro ensuciarse
Miguel Correa.-
16-10-2012
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