domingo, 21 de marzo de 2010


REALIDAD Y CREENCIA


Mi loca mente voló más allá del Universo, buscando en los agujeros negros la verdad del mundo nuestro. No encontró nada y regresó con las eras y los tiempos. Todo era transformación constante, todo estaba en movimiento. Elementos físicos combinándose con otros elementos en una entropía continua de formulas físico-químicas produciéndose en todo momento. Caldo cósmico, agua, minerales, bacterias, proteínas, ADN, ARN, energía solar y vida en movimiento. Todo es transformación y cambio en adaptación a las leyes que la naturaleza cruelmente va dictando y que nosotros tardamos demasiado en asimilar, pagando con la vida de miles de ciudadanos el aprendizaje. A la Naturaleza no le importamos en absoluto. Si vives en un desierto, procura aprender las leyes del desierto, si vives en algún lugar del polo adapta tu cuerpo al frío y a alimentarte de proteínas de otros animales, si vives en una zona tropical, protégete del sol y busca el frescor del mar, si vives en una zona de seísmos procura desarrollar viviendas que puedan tolerarlos. Si no aprendemos del medio en el que estamos desaparecemos como especie, nadie nos va a llorar o echar de menos, como ha ocurrido ya con otras especies.
De todos los seres vivos sólo el hombre se cuestiona la vida y el más allá, no acabamos de comprender que somos un capricho de la naturaleza y que no importamos a nadie. Si provocamos nuestra autodestrucción, tampoco pasará nada. Otras formas de vida surgirán como consecuencia de las alteraciones que hayamos realizado, pero el tiempo infinito del Universo continuará con otras combinaciones físico-químicas que desarrollarán otros organismos vivos.
No hemos evolucionado tanto. Seguimos creyendo en paraísos, en reencarnaciones, en dioses y en religiosos que saben alinear muy bien las mentes de los seres humanos desde niños para tener sus voluntades y utilizarlos para conseguir sus fines o los fines de los poderosos. Todos los que se inmolan, los camicaces enviados a la muerte por sus líderes religiosos no son nada más que pobres desgraciados alineados por una promesa de llegar al paraíso sacrificando sus vidas, mártires por la causa. Nunca se ve a ningún líder religioso inmolándose. Si se está también en el paraíso, ¿por qué no van ellos?
La verdad es que los seres humanos sólo tenemos un tiempo y una vez consumido desaparecemos para no volver más. Somos en realidad, minerales disueltos en agua que al morir volvemos al estado original en la que nos encontrábamos antes de nacer, es decir, ausencia de conciencia, de sufrimiento y de tiempo y así será hasta el final de la humanidad, por la sencilla razón de que así ha sido hasta ahora.

Miguel Correa-20-03-2010

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