Los maizales le
llegaban hasta el pecho
Rodeada de la
dorada luz de la mañana
Como si fuera la
novia por un sol soñada
Merecedora de los
besos por derecho
En su mejilla el
otoño rosado
Con su tono maduro
ruborizado
En medio de las
hojas en el prado
Como rojas amapolas entre el grano
Sus trenzas largas,
sedosas a los lados
Más negras que
azabache podrían ser
Con largas
pestañas impidiendo la luz ver
Los verdes ojos de mirada esperanzados
Seguramente, dije,
el cielo no quiso ayudar
Para que donde yo
cosecho tú pudieras brillar
Dejases la paja de
tu huerto allí a secar
Para compartir mi
cosecha y mi hogar
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