Quien quiere
conducir conmigo ahora
Y perforar la
entretejida sombra del bosque
Y bailar encima de
la playa dorada y señora
Joven, eleva tu
tosca ceja hacia el horizonte
Y levanta la
delicada pestaña del ojo que llora
Y dirige tus
esperanzas y temores hacia el norte
Y nunca más te
retires a meditar desesperado
Sobre el misterio
amargo del amor
Pues yo dirijo el destino del enamorado
Y gobierno en las
sombras y en el dolor
Y en el blanco
pecho del mar enarbolado
Y en las errantes
estrellas y todo su candor
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